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3/10/2009

ÉL CÓDIGO K: KÓDIGOS UNIVERSALES


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Todas las culturas tradicionales han dado enorme importancia al lenguaje gráfico, a los códigos, 

los signos,  los símbolos, como reveladores de una realidad Superior que ellos manifiestan.

 

Manik Oxlahum

 

La sociedad contemporánea ha perdido conciencia del sentido simbólico de las cosas.

La misma idea de simbolismo ha sido relegada a la de simple representación o alegoría. Aún el lenguaje escrito, empezando por las mismas letras, como signos de poder, que manifiestan energías que los trascienden, -cuya combinación da lugar a las palabras, con las que todas las cosas se nombran, y que estas, concatenadas, expresan todas las ideas expresables- ha perdido su poder mágico, se ha convertido en letra muerta, palabras huecas e ideas que no van más allá de si mismas, de su literalidad evidente, desprovistas de misterio y trascendencia.

En esta época moderna también llamada "la era de la imagen", el cine, el video, la televisión, el internet, los espectaculares, carteles y un sin fin de publicidad y laberintos de imagen, parece habernos aturdido tal cantidad de imágenes, que paradójica mente  a este lenguaje y al escrito, le hemos restado su valor simbolico y codificado.

Nuestros valores simbolicos se han vuelto muy reducidos y en cambio  le otorgamos un valor significativo a otros vehículos de expresión, particularmente a aquellos signos y gestos cuya contundente simplicidad ha dejado de ser una virtud y se equipara con simpleza o falta de profundidad. 

De esta manera, para el hombre contemporáneo, los signos tienen un valor profano, utilitario o decorativo; descriptivo de la variedad de las cosas y de sí mismo, de su individualidad en lugar de su identidad, de su progresión hacia la multiplicidad caótica y no de su conexión con la unidad primordial.  Para las antiguas culturas americanas, así como para las sociedades arcaicas, "primitivas" y tradicionales en general, es por completo otra la valoración de los signos.

Aritmética y geometría van más allá de contar,

medir y describir el mundo.

Los símbolos pueden CODIFICAR informaciones del Universo.

 

De tal los simbolos son códigos con información contenida en si misma.

Los símbolos representan ideas y energías que los trascienden,

 y  que ellos manifiestan en una forma directa, inmediata y sintética,

sin la limitación lineal del discurso, de la cantidad, la forma y la duración.


Es a través de ellos que el hombre conoce de otras realidades superiores, otro espacio y otro tiempo; pasando de lo profano a lo sagrado, de la multiplicidad fenoménica a la unidad arquetípica, de su perentoria individualidad a su eterna y suprema identidad.

Esta es la virtud del símbolo,

 la facilitación de una ruptura,

de un cambio de nivel,

 lo que constituye su verdadera razón de ser. 

 

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En el caso de las culturas americanas ancestrales en ausencia de un lenguaje escrito,

las  representaciones gráficas cobran una dimensión particularmente prominente.

Son los símbolos sagrados los que transmiten el conocimiento de la cosmogonía,

es en ellos en los que el hombre encuentra el soporte que le permite el conocimiento del universo y,

 la realización, en sí mismo, de la unidad original. 

 

En el lenguaje simbólico americano, al igual que en el universal, hay dos motivos geométricos predominantes: el cuadrado y círculo. 

Entre las numerosas y extraordinariamente ricas variaciones y combinaciones de estos dos elementos geométricos, expresión simbólica de los principios cosmogónicos y cosmológicos universales, la greca con gancho de la tradición precolombina encierra muchas claves dentro de la comprensión del Código K, por su relación estrecha con ketzalcoatl.

Con ojos y mente abierta, disposición y voluntad, podemos entrar a otro universo, al de  la  naturaleza gráfica de los símbolos.

 

Las imágenes hablan por ellas mismas. 

 

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El propósito con que aquí enfrentamos los símbolos, es como elementos vivos y transformadores, la conexión con nuestros orígenes sagrados, que por cierto son los mismos que los de estos pueblos americanos que nos dejaron este legado de símbolos.  Asimismo, el acercamiento académico contemporáneo a estas materias obedece a curiosidad científica o necesidad de catalogar y organizar racionalmente información.


Análogamente, la expresión simbólica de Quetzalcóatl, la greca con gancho, está compuesta por dos elementos: a) el gancho, o espiral, expresión del círculo, imagen del tiempo y la totalidad, y b) los escalones, generados por la progresión del cuadrado, que simbolizan el espacio y la tierra. Tenemos así, cielo y tierra, unidos en este símbolo. En otras palabras, hay una íntima correspondencia entre la idea expresada y su vehículo de expresión, entre el símbolo y lo simbolizado. Este es el valor del símbolo, su capacidad de despertar correspondencias analógicas y de conectarnos con la energía trascendente.  Continuando con el desarrollo, esta figura simbólica, surgida de la polarización del diseño original, tiene la característica geométrica de complementarse consigo misma.

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Es decir, al oponerse con su inversión refleja, se acopla consigo misma precisamente, sin exceso ni carencia, en ambas direcciones, configurando un módulo geométrico, cuya reiteración periódica, tiene una solución de continuidad, sugiriendo tanto un ciclo cerrado, como un movimiento continuo. Expresando simultáneamente lo estático y lo dinámico, imagen del centro donde todos los opuestos se resuelven.  

  

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Esta imagen nacida de la unión de la original con su inversión refleja, expresa nuevamente la polaridad de cielo y tierra, Yin y Yang, lo denso y lo sutil, y todas las analogías que manifiestan al binario.  

k4En Quetzalcóatl radica el simbolismo como elemento sintetizador de las ideas de la Tradición Única y Unánime, manifestadas en una cultura particular: América Precolombina, y expresadas a través del símbolo de la greca con gancho.  Quetzalcóatl, pájaro-serpiente, reúne en sí lo que vuela: lo sutil, lo celeste, y, lo que repta: lo denso, lo terrestre, es decir, la conjunción de los opuestos, paradigma del proceso creativo, merced al cual el Universo es, y el hombre, como intermediario entre el cielo y la tierra, tiene la posibilidad de realizar en sí mismo.

Para el pensamiento tradicional, esta división regular del espacio geométrico manifiesta simbólicamente el equilibrio perenne del cosmos, producto de dos energías opuestas que se conjugan armónicamente configurando el proceso creativo. Así, el piso del templo masónico, imagen del cosmos, es un cuadriculado blanquinegro alternado. k7

 

Ahora bien, continuando con el desarrollo del diseño, su reflexión vertical simétrica completa las posibilidades del cuaternario: la figura se opone y se complementa consigo misma de dos a dos; blanco y negro, izquierda y derecha simultáneamente, en movimiento e inmóvil.  

De esta manera nuevamente el símbolo ejemplariza el principio y el fin, alfa y omega de toda manifestación. La serpiente mordiéndose la cola, Ourobouros, imagen universal del tiempo cíclico y manifestación de Quetzalcóatl en su advocación de Señor del Tiempo.  Con relación a estos acercamientos a las ideas metafísicas o filosóficas, expresadas por animales, plantas, y en general por el discurso de la naturaleza, es importante considerar que para la mentalidad tradicional o arcaica, el cosmos entero es sagrado, en cuanto a que él es el símbolok9

"En otras palabras: lo metafísico adquiere, gracias al símbolo, una realidad física; y el hombre, a partir de los sentidos que le muestran esa realidad concreta, y con el apoyo de las energías que han sido depositadas en el propio símbolo, puede experimentar por su intermedio la realidad de ese mundo abstracto, metafísico y espiritual.

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