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2/05/2009

UN ENIGMA BOTÁNICO, EL MAÍZ.




ENTRE EL MITO Y LA CIENCIA

Por: Carlos E. Casero 

El maíz es tal vez la planta más domesticada por la mano del hombre que existe en todo el mundo vegetal. A pesar de ello, el origen exacto del maíz tal y como lo conocemos en la actualidad (Zea mays) constituye todo un auténtico enigma. Gracias a la datación por medio de Carbono 14 realizada sobre espigas de maíz encontradas en yacimientos arqueológicos del Valle de Tehuacán se ha sabido que el maíz era consumido en México hace 7.000 años aproximadamente, aunque las mazorcas de aquella época se diferenciaban considerablemente de las que consume el hombre moderno en nuestros días, pues medían entre 3 y 4 cm. de longitud y tenían escasa cantidad de granos cada una.


En la actualidad de manejan dos hipótesis distintas con respecto a su origen. La más popular de ellas acepta al teocintle de Chalco (Zea mays ssp mexicana) como el antecesor directo del maíz. Sin embargo, no se ha logrado establecer científicamente si el maíz desciende del teocintle o si ambos provienen de un ancestro común, como en el caso del chimpancé y el Homo sapiens. Tanto es así que, los más eminentes botánicos no dudan en asegurar que son tantas las diferencias existentes entre el maíz y cualquier otra planta silvestre conocida, que es imposible considerar cualquier especie actual como antepasada suya, hasta el extremo de que la planta hoy no sobreviviría si el hombre no se preocupase en plantarla y cultivarla.


La existencia del maíz (Zea Mays) viene determinada en exclusiva por la mano del hombre. Sin los cuidados de éste, esta planta no existiría.

La segunda de las hipótesis vendría a establecer los orígenes del maíz, en algún tipo de planta silvestre ya desaparecida de la naturaleza, y por tanto casi imposible de probar. No son pocos los que piensan que esta segunda hipótesis no sería más que una “escapatoria racional” ante la imposibilidad de llegar a descubrir el verdadero origen del maíz. 

A pesar de extensivas búsquedas de las formas silvestres de esta planta, no ha sido encontrada alguna. Mientras que los cereales del Viejo Mundo tienen variedades silvestres que se preservan en la naturaleza, el maíz es conocido solamente por la especie cultivada.


Asombrosamente, el maíz apareció súbitamente en el registro arqueológico sin dar pistas sobre su ancestro inmediato. En los sitios y cuevas estudiadas, el primer indicio de la existencia y domesticación del maíz, es el hallazgo de mazorcas primitivas de tamaño muy reducido como indicábamos anteriormente. 

Pero lo que verdaderamente trae de cabeza a los investigadores es que las semillas de una mazorca no son desgranadas y dispersadas en forma natural, por lo que claramente implica que el esfuerzo físico exterior de la mano del hombre es del todo indispensable para liberarlas y por tanto que pueda permitir la continuación de la especie. ¿Es esto lógico?

Tampoco se sabe el punto geográfico del continente americano donde se comenzó a cultivar el maíz. Distintas disputas de corte más bien “nacionalista”, entre distintos países, tratan de logar autoproclamarse como el lugar donde se inició uno de los cultivos más importantes de la humanidad de todos los tiempos. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de esta enigmática planta?


Las únicas respuestas se remontan a los diferentes mitos y leyendas cosmogónicas de los antiguos pueblos y culturas precolombinas que abarcan una amplia extensión geográfica desde el norte al sur del continente americano. 

Estos mitos recrean y explican lo que no tiene explicación a ojos de la ciencia actual. Como en tantas otras ocasiones, en este caso el origen del maíz, no se ofrecen ningún tipo de dudas o divagaciones para el total de las antiguas leyendas americanas. En ellas se deja muy claro, que tan preciado vegetal, fue un regalo o pago de los dioses a la humanidad, para su sustento y fidelidad, refiriéndose a él como “un regalo de los dioses”.

Por ejemplo, en una de estas leyendas se cuenta que, antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban. No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas. Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron. Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl.


-Yo se los traeré, les respondió el dios.


Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su astucia. Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas.

El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus necesidades de alimentación. 

Hizo grandes esfuerzos y no se dió por vencido ante el cansancio y las dificultades. Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos indígenas.

Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon. El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios, templos...Y desde entonces vivieron felices. Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz.

En la mitología azteca, de acuerdo con los Anales de Cuauhtitlán, tras la creación del Quinto Sol y de los seres humanos, Quetzalcoat extrajo las primeras espigas de maíz del interior de una montaña, llamada Tonacatepetl. Curiosamente, en la mitología incaica, Manco Capac (fundador del pueblo inca) obtuvo el maíz del interior de una montaña, llamada Tambo Toco.


En la leyenda conocida como del “maíz y del frijol” se narra lo siguiente:


“…En el horizonte del tiempo las lluvias se alejaron de la tierra. El sol calcinaba. Los Tlamatini (sabios) subieron a la cima del Citlaltepetl (Cerro de la Estrella) para estar cerca de los cielos y pedir la lluvia a los dioses del Omeyocan. Éstos se negaron. Los Tlamatini elevaron más plegarias a todos los puntos del Universo, pero todo se silencio.

Después de varias noches de súplicas, de la Iztacmixcoátl (via láctea) se escuchó una voz diciendo: "Mixcóatl les enviará la lluvia que tanto solicitan. La Citlalnenque (Estrella Virgen) les llevará antes del amanecer el Tlaol (Maíz) para sus sustento, con la condición de que sus almas, en vez de ir al sol, vendrán a poblar la Iztacmixcóatl (Serpiente de Nubes)".

Al instante, los nubarrones empezaron a acercarse a la tierra, a la Tlalli, empujados por Ehécatl (El viento). Del centro de la nebulosa Iztacmixcóatl se desprendió la Estrella Viajera, la Citlalnenque, iluminando con su cabellera a la Tlalli tatemada. A su paso por el Cerro de la Estrella dejó caer algo a los Tlamatini que nombraron el Citlalcuítlatl (Excremento de las Estrellas), pero el impacto los dejó sin conocimiento.

Con la luz del día notaron que había pasado sobre ellos una gran tormenta dibujándose entre las nubes grises y el azul celeste un hermoso arco iris.

Al recordar el mensaje de los dioses fueron al lugar donde vieron caer el Citlalcuítlatl encontrando pequeños montículos de "larvas doradas". Al mismo tiempo vieron que millares de hormigas negras aladas se llevaban aquellas "larvas" conduciéndolas a distintos lugares para auto sepultarse en la tierra húmeda, con su carga dorada.

Pasados algunos días brotaron los repollos de maíz y del frijol en los hoyos donde se habían auto sepultado las hormigas. Las "larvas doradas" de origen celeste, obsequio de los dioses del Omeyocan se habían convertido en el maíz y en el frijol negro, para alimento de los macehuales.
En otro espacio temporal, Xochimilco habría de crear la chinampa donde el maíz dorado, con el frijol negro, crecerían, éste, trepador sobre los ramajes de los verticales ahuejotes. La memoria de los viejos recuerda: "De las vainas secas abiertas se veía el frijol chinampero en hileras como hormigas negras que caían en el tronco de los ahuejotes".

De la petición estelar para que las almas de los macehuales fuesen a poblar la Iztacmixcóatl, los Tlamatini chinamperos trazaron el acalote de Cuemanco a semejanza de la Serpiente de Nubes, y toda la chinampería le dieron el trazo arquitectónico del cosmos. Desde entonces, el chinampero xochimilca navegó en sus acallis (canoas) sobre la Iztacmixcóatl, la Serpiente de Nubes decembrina, mes en el que las auroras pintan de rojo el horizonte de los volcanes, y el acalote de Cuemanco se transforma en un camino de nubes, sideral…”


En el Códice Chimalpapoca, que hace referencia a la “Leyenda de los Soles”, se hace referencia a la creación del hombre y el maíz:


“…Y en seguida se convocaron los dioses. Dijeron:
-¿Quién vivirá en la tierra? porque ha sido ya cimentado el cielo, y ha sido cimentada la tierra. ¿Quién habitará en la tierra, oh dioses?

Estaban afligidos Citlalinicue, Citlaltonac, Apantecuchtli, Tepanquizqui, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Y luego fue Quetzalcóatl al Mictlan, se acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl y en seguida les dijo:

-Vengo en busca de los huesos preciosos que tú guardas, vengo a tomarlos.
Y le dijo Mictlantecuhtli:

-¿Qué harás con ellos, Quetzalcóatl? Y una vez más dijo (Quetzalcóatl):
-Los dioses se preocupan porque alguien viva en la tierra. Y respondió Mictlantecuhtli:
-Está bien, haz sonar mi caracol y da vueltas cuatro veces alrededor de mi círculo precioso. Pero su caracol no tiene agujeros; llama entonces (Quetzalcóatl) a los gusanos; éstos le hicieron los agujeros y luego entran allí los abejones y las abejas y lo hacen sonar. Al oírlo Mictlantecuhtli, dice de nuevo:

-Está bien, toma los huesos.
Pero dice Mictlantecuhtli a sus servidores:

-¡Gente del Mictlan! Dioses, decid a Quetzalcóatl que los tiene que dejar.
Quetzalcóatl repuso:
-Pues no, de una vez me apodero de ellos. Y dijo a su nahual:
-Ve a decirles que vendré a dejarlos.

Y éste dijo a voces:
-Vendré a dejarlos.

Pero, luego subió, cogió los huesos preciosos. Estaban juntos de un lado los huesos de hombre y juntos de otro lado los de mujer y los tomó e hizo con ellos un ato Quetzalcóatl. Y una vez más Mictlantecuhtli dijo a sus servidores:

-Dioses, ¿de veras se lleva Quetzalcóatl los huesos preciosos? Dioses, id a hacer un hoyo.
Luego fueron a hacerlo y Quetzalcóatl se cayó en el hoyo, se tropezó y lo espantaron las codornices. Cayó muerto y se esparcieron allí los huesos preciosos, que mordieron y royeron las codornices. Resucita después Quetzalcóatl, se aflige y dice a su nahual:

-¿Qué haré, nahual mío?
Y este le respondió:
-Puesto que la cosa salió mal, que resulte como sea.

Los recoge, los junta, hace un lío con ellos, que luego llevó a Tamoanchan. Y tan pronto llegó, la que se llama Quilaztli, que es Cihuacóatl, los molió y los puso después sobre un barreño precioso. Quetzalcóatl sobre él se sangró su miembro. Y en seguida hicieron penitencia los dioses que se han nombrado: Apantecuhtli, Huictolinqui, Tepanquizqui Tlallamánac, Tzontémoc y el sexto de ellos Quetzalcóatl. Y dijeron:

-Han nacido, oh dioses, los macehuales (los merecidos por la penitencia). Porque, por nosotros hicieron penitencia (los dioses).
Así pues de nuevo dijeron (los dioses):

-¿Qué comerán (los hombres), oh dioses? ¡Que descienda el maíz, nuestro sustento!...”

También en el antiguo altiplano andino se hace referencia al dios Viracocha y “los hijos del Sol” como los que trajeron el maíz a sus pueblos, y frecuentemente se designa a la civilización de los incas como la Civilización del Maíz, debido a que su economía y casi toda su alimentación, se basaba en el cultivo de dicho vegetal. 

La planta del maíz, que no era conocida por los europeos antes de ser descubierta la civilización del Imperio Inca, era de gran valor alimenticio, y constituía la principal fuente de sustento de la población incaica, lo que llamó la atención de los conquistadores. Según las crónicas españolas los hombres de Cristóbal Colón lo descubrieron el 6 de Noviembre de 1.492, cuando exploraron la isla de Cuba. Encontraron un grano que lo llamaban Ma-Hiz (vocablo Taino) y era cultivado desde el actual Canadá hasta la Patagonia. 

Los viejos dioses habían aleccionado bien sobre el cultivo del maíz y también sobre su elaboración y consumo a las diferentes culturas precolombinas, pero no así a los recién llegados.






Diosa Teocintle, la diosa del maíz.


De tal manera, y una vez incorporado a la vieja Europa, allá por donde se extendió el maíz apareció también la “pelagra” (piel agria), la enfermedad de tras tres letras “D”: dermatitis, diarrea y demencia, una dolencia que si no se trata, puede llegar a causar la muerte del afectado en cuatro o cinco años. Los europeos, desconocedores de las enseñanzas de los antiguos dioses o maestros, elaboraron para el consumo el maíz del mismo modo que el resto de los cereales conocidos por aquellas latitudes, ignorando que, los pueblos precolombinos ablandaban el maíz para hacerlo comestible con una solución alcalina: el agua de cal. Este proceso liberaba la niacina enlazada y un importante aminoácido, el triptófano, a partir del cual puede formarse la niacina, y de esta forma, los hacía "biodisponibles" para la digestión.


¿Enseñaron los antiguos dioses la práctica de la agricultura a los hombres? ¿Intervinieron estos mismos dioses introduciendo el cultivo del maíz en América? ¿Es un hecho aislado en el nuevo mundo?


En la antigua Grecia, Deméter, la diosa de la naturaleza y la agricultura, pasó una estancia en Eleusis cuando buscaba a su hija Perséfone. Deméter se disfrazó de anciana y recibió la generosa hospitalidad de Céleo, el rey de Eleusis, invitándola a quedarse en su palacio. A cambio, sólo le pidió que cuidase de sus dos hijos: Demofonte y Triptólemo. La diosa, muy agradecida, quería ofrecerle algún regalo al rey, y decidió convertir a Demofonte en un dios, cuyo proceso consistía en cubrirle de ambrosía, respirando suavemente sobre él mientras lo sostenía entre sus brazos y su pecho, y haciéndolo inmortal quemándolo sobre brasas en la chimenea cada noche. Y todo esto, a espaldas de sus padres, para que fuera mayor la sorpresa.

Por desgracia no pudo finalizar el ritual, pues una noche la madre sorprendió a su hijo en el fuego, se asustó y se puso a gritar, enfadando a Deméter, que no entendió cómo los estúpidos mortales no podían comprender un concepto y un ritual tan divinos.

Entonces, en vez de convertir a Demofonte en un dios, decidió enseñar a Triptólemo, el otro hijo del rey, el arte de la agricultura. Éste fue el elegido para transmitir la agricultura al resto de los mortales. Así Triptólemo cruzó toda Grecia volando en un carro alado tirado por serpientes regalado por ella, mientras Deméter y Perséfone cuidaban de él, ayudándole a completar su misión de enseñar a los demás el arte de la agricultura y distribuir entre los humanos los cereales.

En uno de estos viajes por el país Triptólemo quiso ofrecerle su enseñanza sobre el campo y los cereales a Linco, rey de Escitia, pero éste, aparte de mostrarse reacio y no querer transmitir esta enseñanza a sus súbditos, intentó matar al joven. Deméter intervino y lo transformó en un lince.


No faltan tampoco las tradiciones en la antigua India que aseguren que el trigo junto a otros cereales y frutos, fue traído a la Tierra por los dioses desde otros “lokas” (mundos). El pueblo dogón, en el África Occidental, al que se asocia con el conocido como “misterio de la estrella Sirio”, afirma en sus tradiciones que los maestros procedentes de las estrellas les enseñaron como cultivar el sorgo y otros vegetales.

Las tradiciones mesopotámicas, dejan bien claro que el dios Enki enseñó a los humanos la agricultura y la domesticación de los animales. En Egipto, Osiris al igual que Enki, mostró el camino a los humanos para la ejecución de las labores de siembra y cultivo de vegetales así como el pastoreo y cría de ganado.

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