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1/27/2009

EL CODIGO K: LA PUERTA DIMENSIONAL


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Cuando Cristóbal Colón llegó al "Nuevo Mundo" ,

cuentan algunos investigadores;

-se dice- estaba convencido que

había llegado al Edén: paraíso de Adán y Eva.


Marcos Falfán


Si Adán y Eva, estuvieron aquí, eso hasta ahora no se sabe, lo que sí sabemos ahora, gracias a las revelaciones que nos dejaron los INDIOS, en códigos plasmados en sus formas de vida y su variado y sabio pensamiento, por maestros y aprendices a lo largo de este continente, que nos hablan de otras realidades posibles de alcanzar, por este y todos los pueblos del mundo.

Este conocimiento es la PUERTA DIMENSIONAL; una de las posibles entradas al paraíso.

Eso fue lo que encontraron los "conquistadores", a su llegada. Un paraíso que no supieron comprender por su diversa complejidad.  Pero que aun existe, solo se requiere que deseemos cruzar por esta puerta de conocimientos profundos y milenarios.




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Este conocimiento es el resultado de miles años de evolución y desarrollo humano. Hoy en día en la gran Tenochtitlan, a este conocimiento se le conoce como TOLTECÁYOTL y se entiende como el legado de los toltecas. Hombres sabios, conocedores de las leyes de la naturaleza y el cosmos, que gustaban de enseñar a otros el arte de la vida.

Basados en la observación de todas las entidades del cosmos, el sol, la luna, el agua, los atomos, y otras particulas, en donde todos trabajan entre si, nuestos sabios ancestros se convencen de que el ser humano debe de actuar colectivamente.

Las actuales teorias políticas se basan en los postulados de Carl Marx y Federico Engels, y estos a su vez se basan en el libro de L. H. Morgan, La Sociedad Primitiva, afirmando que la Civilización empieza al surgir la propiedad privada, calificando por desconocimiento a la cultura de Anahuak, como una sociedad en estado de Barbarie, casí en estado Salvaje. Tan solo por que no existia la "propiedad privada".

A los ojos y el corazón del cosmos infinito, lleno de infinidad de galaxias, y en estas, millones de  estrellas, entre ellas nuestro brillante sol, con sus planetas, con nuestra querida madre tierra, y en ella nosotros, y el tiempo ciclico, como podría un solo hombre ser responsable y dueño de todo y todos.

La rutina de una vida dedicada a abstracciones vanales, o presas de las preocupaciones que hacen de nuestra vida, un derroche de energía dedicada a un mundo de desorbitado consumo y desecho, de apariencias, separación egoísmo, y profundo ensimismamiento,  no nos han permitido entender con más claridad  lo más preciado de nuestro legado histórico-cultural, vivimos en una cultura materialista, desacralizada y pragmática; inducida  por el colonialismo mental, cultural y espiritual en el que hemos vivido los últimos cinco siglos.

Las bases de este conjunto de ideas que análogas desarrollaron las diversas manifestaciones civilizatorias del continente, es que:

La tierra es un ser vivo con conciencia y vive ciclos cósmicos. 

Que el ser humano y la Tierra están en íntima relación interdependiente.

 Que en la búsqueda de la perfección humana, la tierra sufre cataclismos y que reinicia de nuevo, con la experiencia acumulada del ciclo anterior. 

De esta manera, el sentido histórico es cíclico y no lineal. Este concepto se explica en el mito de la creación del Quinto Sol. 

El tiempo deja de ser ordinario y pasa a ser sagrado en la medida de que el ser humano toma conciencia de su responsabilidad y su misión en el mantenimiento del equilibrio energético y la pureza espiritual que debe de alcanzar.

A lo largo de los milenios de conocimiento profundo la sociedad humana de Anahuac, pudo consolidarse como una de las mas avanzadas. Fue gracias a la observación detallada, y la paciencia, que entendieron, como el día sucedía a la noche, y la noche al día, la vida a la muerte, la muerte a la vida, y así en cada cosa y ser vivo que podían observar , y así desde los comienzos del hombre, desde su más remota historia, la inteligencia regida por los fenómenos del -“no”- tiempo y el espacio, ha sido el camino por donde se desarrolla el pensamiento, ligado a su naturaleza, de la que es solo una parte del todo, que cumple una función determinada, dentro de un orden mayor.


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Tal como en el organismo humano y el de todas las especies, la mano por ejemplo; cumple determinadas funciones. 

Pero aunque la mano es una estructura corporal concreta, no se manda sola, esta ligada al cuerpo entero a través de arterias y venas que la alimentan, de huesos que le dan forma y mantienen una estructura, de músculos que le dan movimientos, y estos están ligados, a un brazo, y el brazo a un cuerpo y el cuerpo a una mente, y la mente a un organismo completo, conformado por infinidad de familias celulares, que de común acuerdo deciden corformar cada una de nuestros orgamos, huesos, arterias, sangre, neuronas. Y este organismo, conformado por infinidad de familias celulares, a su vez más profundamente esta conformando cada celula, por familias que colectivamente trabajan, pues dentro de cada secuencia, que conforman nuestras celulas, existen aún mas adentro elementos, sustancias, atomos, energía, información, que nos liga a otros seres similares, pero también a otros muy diferentes,como a aves y peces, como insectos y flores, como el aire y las rocas y todos estos son parte de un organismo mucho mayor que es la tierra, y la tierra a un sistema solar, y el sistema solar a una galaxia, y la galaxia a un organismo mayor por eso, nuestros abuelos aprendieron a no transgredir las leyes naturales, por que una mano jamás podrá mandar sobre todo lo demás.

Existe una fuente suprema de la energía creadora, invisible, impalpable, innombrable, que se inventó así misma. Este principio creador tendrá muchas advocaciones diferentes y representaciones parciales de su grandeza.


Estas múltiples manifestaciones sacras los europeos las han traducido como “dioses”, pero no lo son. Pues en verdad actúan como representaciones parciales de la sacra totalidad.



De esta manera tenemos

“expresiones parciales” de lo inconmensurable.

No son dioses en el sentido Occidental,

sino manifestaciones fragmentadas

de una misma totalidad.



Así que el Sol, la Luna, Venus, La Vía Láctea, el agua, el viento, el fuego, la dualidad, la serpiente emplumada, el jaguar, la serpiente, entre otros, son solo símbolos metafóricos de la divinidad que entra en contacto con los humanos y el mundo profano.


Existen siete puntos cardinales de la existencia humana. El ombligo o centro unificador del universo. Los cuatro rumbos de la existencia dirigidos a los cuatro puntos cardinales. Cada uno de ellos tiene un significado filosófico, energetico, religioso, ritual, cosmico, geometrico. 


Los seres humanos realizamos nuestra existencia material entre los cinco sentidos basicos: ver, oir, oler, sentir, gustar, pero al elevar nuestro pensamiento este se transforma en un sexto sentido, que aprende a intuir y percibir, sin negar la existencia de los otros sentidos el pensamiento elevado-ketzalcoatl, es la integración del ser en una totalidad plena. Es así como nuestra vida empieza a ser “trascendente” , en la medida que tomamos conciencia de nuestro potencial espiritual. En ese momento nace la historia y la cultura. 

 Si el individuo, logra equilibrar el par de opuestos complementarios que surgen de la relación Norte-Sur y Oriente-Poniente en el “centro unificador”, logrará la elevación de su conciencia, y trascendencia. Pero si desarrolla más alguno de los opuestos complementarios, el desequilibrio lo arrastrara al abismo de la estupidez Humana. 

De esta manera la búsqueda del “equilibrio” resulta uno de los elementos fundamentales para entender esta filosofía y su íntima relación con el quincunce, macuilxochitl o la cruz de Quetzalcóatl, revelaciones de una interpretación filosófica, religiosa y sagrada del Anáhuac  que abordaremos más adelante con mayor profundidad en el Código K.


El ser humano encuentra un significado a su vida, más allá de tener comida, vestido y techo.

El mundo material profano es solo un medio para penetrar al mundo espiritual sagrado.


Es precisamente la toma de conciencia de la sacralidad y la divinidad lo que nos hace humanos.
Aquí se encuentra la base de nuestra civilización.

Los dos grandes objetivos existenciales que tiene el ser humano son el de ayudar a los "dioses" al sostenimiento del universo y el de trascender su existencia material en el plano espiritual. Sin esta misión la vida del ser humano no tiene ningún sentido.


Del primero diremos que a diferencia de la cultura Occidental, donde Dios ha creado a su imagen y semejanza al ser humano y le entrega a la Tierra y todos los seres que en ella viven para su dominación, explotación y transformación. En cambio, los antiguos mexicanos interpretan a la Tierra como su "madre querida" y se ubican como sus pequeños hijos.

Tienen como obligación, no solo velar por preservarla y mantener el equilibrio original, sino también “humanizarla” a partir de la energía espiritual que puede producir el ser humano a través de una vida virtuosa.

Este aspecto es muy importante. La humanización del mundo implica darle un sentido sagrado y divino “a todo lo que nos rodea”.

Es solo el ser humano, quien puede hacer este milagro a partir de su potencial espiritual.


Este es uno de los propósitos más importantes de la civilización del Anáhuac. Una misión que rebasa con mucho a un solo individuo, a un pueblo y a muchas generaciones.


El concepto de una responsabilidad histórica y colectiva, seguirá viva aún en el periodo “ Pos-clásico decadente”. Y nos explica cabalmente como fue posible realizar proyectos constructivos de más de un milenio de duración, como el caso de Monte Álban, que inició su construcción en el año 500 a.C y fue abandonado mil trescientos cincuenta años después en el 850 d.C.

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El segundo objetivo civilizatorio es la búsqueda individual de la trascendencia existencial a partir de un trabajo muy decantado y difícil, que implica el dominio y conocimiento de sí mismo a partir enseñanzas muy sofisticadas. En el que básicamente se toma al mundo y a los seres humanos como cargas energéticas y productores de energía.

A este segundo objetivo le llamaron los toltecas simbólicamente “La Guerra Florida”.

Los valientes que la emprendían se les llamaban “guerreros” y según su carga energética podían ser águilas o jaguares.


Sus armas eran “flor y canto”, entendidos como belleza y sabiduría.


El objetivo supremo de los guerreros de la muerte florecida era “hacer florecer su corazón” y darse como alimento espiritual a su pueblo.


Es importante apuntar que los Viejos Abuelos mantenían una cohesión social muy sólida y estratificada.


Que co-existían un una sociedad integrada por masehuales. Personas que vivían su vida de manera común y corriente. Campesinos, artesanos, servidores públicos y lo que podríamos identificar como especialistas en la medicina, la construcción, el arte, la ecuación, la religión, etc. Guiados por las sólidas bases sociales, religiosas y morales que les proporcionaba una conciencia colectiva y resguardada por personas que se dedicaban totalmente a el estudio, la investigación y sistematización del potencial espiritual-energético del ser humano.


Estos grupos vivían en los alrededores de los que hoy conocemos como “zonas arqueológicas”, que nunca fueron ciudades, palacios o fortalezas, como las mentes colonizadas e ignorantes presuponen en la “historia oficial”.


Los Viejos Abuelos poseían una profunda y decantada sabiduría humana. Tan importante como las producidas por las civilizaciones de Egipto, China, o India. Que su proyecto civilizatorio estaba más allá de “la dominación y explotación” del mundo material. Que el potencial de su sabiduría estaba enfocado a alcanzar la aspiración más elevada de la conciencia humana.

Nos referimos a trascender al plano divino y sagrado de la existencia a partir del desarrollo espiritual.


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